¹ Director
de la TAQUIBRÁS - Registros
Taquigráficos.
1.- ¿Cuando fue la primera vez que oiste hablar en taquigrafia?
Mi pasión por la taquigrafia es filial. Es filial porque, en 1951, mi madre me recomendó que yo estudiara taquigrafia, después de haber leído materia de periódico anunciando la apertura de un curso gratuito. Entre 46 alumnos principiantes, allá estaba yo, en Pelotas, Estado de Rio Grande do Sul, con 15 años de edad, en un curso nocturno que funcionó en sala cedida por un colegio provincial.
Nuestro profesor, Mário Peiruque, era un abnegado y formaba parte de una plêiade de grandes maestros de taquigrafia. Sin embargo, un parque de diversiones instalado prójimo a la escuela acabó por atraer la atención de los alumnos y, en una noche fría de julio, sólo yo comparecí a la clase. El prof. Peiruque entonces me dijo: "En lo sucesivo vas a pagar por amar la taquigrafia”.
Esa decisión me obligó a tener clases particulares con él. Para costear mis estudios, me empleé como balconista en una tienda de materiales eléctricos. Cuando no había fregueses, aprovechaba el tiempo para, sobre el mostrador, hacer ejercicios de taquigrafia. Al final del expediente, bajo frío o temporal, salía corriendo al encuentro de lo que me daba una inmensa satisfacción: el entrenamiento de la velocidad taquigráfica. Fue siempre un prazeroso desafío, que iba venciendo con mucha persistencia y dedicación. No me contentaba en entrenar velocidad usando sólo textos parlamentarios y jurídicos. Me quedaba taquigrafando y traduciendo letras musicales, cuentos y poesías románticas. Sentía un enorme placer con eso.
Una segunda fase de esa íntima relación con la taquigrafia ocurrió en 1954, a los 18 años, cuando ingresé en una escuela de la Fuerza Aérea Brasileña, en Guaratinguetá, São Paulo. Después de examen psicotécnico, me fue recomendada la especialidad de radiotelegrafista de bordo (RTVO). Por lo tanto, si hubiera seguido la carrera militar, también tendría me envuelto con escritura simplificada. En el alojamiento de la escuela, en el intervalo entre el término de la clase nocturna obligatoria y el toque de silencio, daba clases de taquigrafia a mis compañeras de la FAB.
2.- ¿Cuando, donde y como usted ejerció la profesión de taquígrafo?
De vuelta al Sur, en 1956, até lazos definitivos con la taquigrafia, y asumí, durante siete años, la autoridad del servicio taquigráfico de la Cámara Municipal de Pelotas.
Después de ese periodo, intercambié mi domicilio profesional. Mediante aprobación en concurso, trabajé como taquígrafo (1963-1964) en el entonces Tribunal Federal de Recursos, en Brasilia.
El palacio del Congreso Nacional, en la plaza de los Tres Poderes, es próximo a lo del Supremo Tribunal Federal. En 1965, aún con halagos y manos dadas con la taquigrafia, me aproximé de la Cámara de los Diputados, con la cual flertava hay algún tiempo. Fui clasificado en concurso para ingresar en los cuadros del STF (Supremo Tribunal Federal). Pero mi gran pasión era la taquigrafia parlamentaria. Para no traicionarla, no ocupé la plaza en el Supremo. Ese mismo año, tuve el privilegio de hacer concurso e ingresar en la Cámara.
En la Cámara, recorrí una larga trayectoria (de 1965 la 1991): comencé como taquígrafo de debates y llegué a director del Departamento de Taquigrafia, Revisión y Redacción.
En 1973, con la colaboración de entusiastas, fundé la Asociación Brasileña de Taquígrafos (Asbrat), entidad que entonces recibió la adhesión de 600 profesionales, realizó varios encuentros regionales y participó de reuniones internacionales.
En el Congreso Nacional, el exceso de trabajo en la Constituyente de 1988 acabó por obstruir mis coronarias. Pero mi corazón resistió y se rehizo, para que en él yo continuara cultivando aquel imperecedero amor por la taquigrafia.
Un día después de alejarme de la Cámara de los Diputados, atendiendo a invitación, comencé a colaborar en la implantación del Sector de Taquigrafia de la Cámara Legislativa de Distrito Federal, donde fui taquígrafo, revisor, supervisor y profesor.
Por lo tanto, permanecí conviviendo en llena armonía con mi profesión. No me satisfice, sin embargo, con un amor solitario. Hoy, después de 59 años del primer encuentro con la taquigrafia, divido ese profundo sentimiento romántico, formando taquígrafos y profesores de taquigrafia en el curso de cualificación profesional que fundé hace 19 años en Brasilia: la Taquibras.
Divulgar y enseñar taquigrafia ha sido la razón de mi vida.
3.- ¿Podría indicarnos tres ventajas o beneficios de la taquigrafia y del trabajo realizado por el taquígrafo?
Entre tantas otras, podría citar como ventaja la sustitución de la morosa escritura caligráfica por un sistema de escritura expresa. Del trabajo realizado por el taquígrafo, bastaría mencionar su contribución para la aceleración de la escritura, en cualquier área, y para la perpetuación de la historia política y social de cualquier país.
4.- ¿En su opinión, cuáles son las principales dificultades enfrentadas por los profesores y estudiantes de la taquigrafía?
Dificultades existen para ambos.
Pero yo destacaría una que los dos enfrentan: la falta de divulgación de la taquigrafia. Publicidad de cursos y profesores, en el mass media, es muy onerosa. Las tablas de precios de propaganda en periódico, radio, televisión, banners, folders etc. teem valores elevadíssimos, y ni siempre lo retorno compensa el gasto. Excetua-si la publicidad gratuita hecha vía internet, que, en el caso de la taquigrafia, es objeto de búsqueda por una restricta cantidad de interesados. En faz de eso, de esa poca divulgación en el mass media, que perjudica la popularización del uso de la taquigrafia, son perjudicados, también, los que la desconocen y no teem acceso a las informaciones de que necesitan. Por otro lado, existe una paradoja: taquigrafia significa escritura abreviada; para detallar al lego lo que es taquigrafia no se puede ahorrar espacio. Y en el mass media espacio tiene coste elevado.
Otro factor que contribuye para la dificultad de mantenimiento de un curso de taquigrafia debidamente registrado en todos los órganos de recaudación -- municipales, provinciales y federales -- es la escasez de concursos, objetivo mayor de los que pretenden ser taquígrafos, y de la pequeña cantidad de plazas ofrecidas por las instituciones. Del punto de vista de los estudiantes, sin embargo, la baja competencia en los concursos y la satisfactoria remuneración compensan la inversión en el curso.
5.- ¿Lo que piensa sobre el tema: taquigrafia y estenotipia?
Soy absolutamente favorable a cualquier evolución que se destine al registro escrito de la palabra hablada, desde que utilice recursos que lo hagan con fidelidad y se sobrepongan a la morosidad de la escritura común. Así como percibimos que hay incontables tentativas en el sentido de hacer la escritura taquigráfica manual más célere, sin perjuicio de la traducción, pienso que el mismo debería ocurrir con la estenotipia, a fin de que de ella sean excluidos los obstáculos que aún necesitan ser transpuestos para que se a utilice con resultado final llenamente confiable. Creo que la evolución tecnológica se encargará de eso. Por otro lado, creo que la taquigrafia manual resistirá a cualquier competencia y convivirá, a través de los tiempos, en armonía con cualquiera otra técnica de escritura expresa.
6.- ¿Cuál su opinión sobre el uso de los grabadores?
El grabador es un excelente aparato que sirve de apoyo al taquígrafo, inclusive para sustituir la consulta al taquígrafo-revisor, pero infelizmente está sirviendo de ayuda para muchos profesionales que se hicieron estenodigitadores.
7.- ¿Cuáles fueron los principales resultados obtenidos con la realización de los censos de taquígrafos en Brasil?
En mi opinión, los resultados no fueron satisfactorios y no alcanzaron los objetivos que se tenían en vista, inclusive, porque fueron parciales, ya que cerca de un 50 por ciento de los entrevistados no respondieron a los cuestionarios.
8.- ¿Qué características debe poseer un buen taquígrafo?
El taquígrafo es un técnico en generalidades. Por lo tanto, necesita conocer de todo un poco, además de poseer raciocinio rápido, buena cultura general, perfecta audición, buena visión, celo por el trabajo que ejecuta, excelente formación básica en el método que utiliza y permanente actualización con informaciones divulgadas en el día a día.
9.- ¿Cuántas horas diarias consideras que un estudiante de taquigrafia debe dedicar al entrenamiento de velocidad?
Como mínimo, dos horas diarias, seis días de la semana. Dependiendo de la disposición del alumno, la carga horaria podrá ser aumentada. No es recomendable que esa cantidad de horas sea ininterrumpida. Debe haber intervalos para descanso físico y mental.
10.- ¿Cuáles serían sus sugerencias para los taquígrafos, estudiantes y profesores de taquigrafia?
Para los taquígrafos profesionales: que ejecuten un trabajo con el máximo de fidedignidad y de corrección gramatical; para los estudiantes: que frecuenten un curso de reconocida calidad, si es posible con historia en la aprobación de alumnos en concursos públicos, y que escojan un método de taquigrafia que les permita aprender con facilidad y desarrollar velocidad que los capacite para el ejercicio de la profesión; para los profesores: la divulgación de buen método de taquigrafia, incentivo y dedicación individualizada a los alumnos, enseñanza metódica de técnicas de conexiones, acompañamiento de la clase mediante evaluaciones periódicas para aumentar velocidad, entre otras recomendaciones.