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    ¡Se hizo justicia!
    Autor: Fernando Altamirano
    País: MéxicoCurriculum: Curriculum





    Voy a compartir con ustedes una experiencia profesional que viví en una población de Puerto Rico enclavada en la zona central de esa hermosa Isla.

    La ciudad se llama Aibonito y descansa suavemente entre las montañas de la cordillera central de Borinquen.

    Todo lo inició una llamada telefónica de la Directora de la Oficina de Administración de los Tribunales.   Me pidió que la visitara en su despacho para ver si les podía ayudar en un problema que tenían en la captura y transcripción de unos procedimientos judiciales que debían llevarse a cabo en una de las Salas del Tribunal Superior de Puerto Rico.

    Hacía muchos años que yo me había desempeñado como Estenotipista de Récord en la Judicatura Puertorriqueña y en algunas ocasiones, clientes de mi Agencia de Estenotipistas me pedían que se tomara y transcribieran procedimientos judiciales que por su complejidad la sentencia del Tribunal de Primera Instancia sería revisada por El Tribunal de Apelaciones, por lo que era importante para ellos y sus clientes tener preparada una transcripción verbatim de los procedimientos.  Yo estoy certificado para brindar estos servicios profesionales en los Tribunales de Justicia de Puerto Rico y de los Estados Unidos y generalmente accedía a cubrir esos casos a requerimiento de mis clientes.

    Pero esta vez era la Administración de Tribunales que enfrentaban la siguiente situación:

    En aquella tranquila población del centro de la Isla había ocurrido un crimen pasional unos meses antes.   Se acusaba a un individuo de más de 60 años de edad, de haber cometido un asesinato en primer grado, y se le acusaba además de un caso de intento de asesinato y otro de agresiones agravadas.

    Todos los cargos en contra de esta persona eran de carácter grave y sus abogados defensores habían pedido que su juicio se celebrase ante un Jurado. 

    El Jurado en casos penales, como se sabe, lo componen 12 ciudadanos y en casos de esta naturaleza por regla general se incluye en el panel por lo menos dos jurados suplentes en previsión de cualquier situación que pueda presentarse durante el transcurso del juicio que impida llegar al final con los 12 miembros del Jurado en propiedad.

    Los juicios ante Jurado requieren la participación desde el principio, tanto del Fiscal como de los Abogados de Defensa, quienes seleccionan durante varios días candidatos a ocupar un puesto en el Jurado.  Estos candidatos concurren a la Sala del Tribunal Superior en paneles o grupos de aproximadamente 40 a 50 ciudadanos por día. Ya han sido previamente inscritos y calificados en la jurisdicción de que se trate, y son sometidos por las partes envueltas, a interrogatorios que cubren aspectos de interés, tanto de la Fiscalía como de los Defensores.

    Eventualmente el grupo queda seleccionado, se le juramenta, y en algunas ocasiones, dependiendo del caso, quedan retenidos por el Juez y quedan bajo el control de la Oficina de los Alguaciles quienes les hospedan y proveen lo que necesiten, y los custodian las 24 horas del día hasta la conclusión del juicio.

    En este caso, dada la cobertura noticiosa que envolvía, el Juez decidió retener al jurado.  De lo que se trata al secuestrarlos, es evitar que al leer los periódicos del día; al oir las noticias por la radio; al ver los noticieros en la televisión; o al estar en contacto con su familia y el resto de la población, los miembros del Jurados puedan contaminar su percepción de la prueba al escuchar o leer rumores, versiones u opiniones distintas a lo que desfila como prueba durante el juicio que es lo que deben considerar exclusivamente al rendir su veredicto.

    El problema que tenía el Juez en este caso –y por obvias razones voy a omitir los nombres envueltos- era que conforme a la Ley hay que ofrecer al acusado el "Debido Proceso de Ley”, es decir, tenía el Juez que asegurarse de que el acusado de estos graves delitos no solamente entendiera la acusación que por escrito se le había entregado a través de sus abogados, sino que pudiera participar activamente en su defensa, ayudar a sus defensores, y sobre todo, conocer y entender la prueba que iba a desfilar en su contra a través de todos los testigos de cargo que había anunciado la Fiscalía.

    El acusado también debía escuchar y entender cabalmente la prueba de defensa que él mismo iba a presentar a través de sus abogados defensores llegado el momento.

    Si este Debido Proceso de Ley no se cumplía, el juicio quedaría seguramente anulado en el Tribunal del Circuito de Apelaciones.  Se habría perdido el tiempo, los recursos y esfuerzos de muchas personas y, lo más grave para el sistema de justicia, era que el acusado tendría que quedar en libertad y no se le podría volver a juzgar por esos mismos delitos.

    El acusado era sordo profundo.   Había adquirido la sordera en los últimos años y conforme a la estrategia de su defensa se dijo y estableció que no entendía el lenguaje de señas.   Sabía leer y escribir y no había problema con sus facultades mentales, pero al no escuchar ni entender el lenguaje de señales era casi seguro que saldría libre de estas graves acusaciones.

    Se me pidió que me entrevistara con el Juez en Aibonito, quien me informó que este mismo individuo había quedado en libertad en otra ocasión anterior, debido a un tecnicismo de ley;  que la prueba era contundente en su contra en estos casos, que había prueba documental, fotográfica y testimonial preparada y anunciada ya por la Fiscalía la que era difícil de rebatir.  

    El Juez creía que una vez el juicio se iniciara, el individuo se declararía culpable para obtener una sentencia reducida.

    Me indicó que en una semana o una semana y media concluiría este caso.

    Aibonito queda a hora y media de mi Oficina en San Juan y para llegar hay que ir por una carretera buena pero plagada de curvas.   Decidí hacerlo porque constituía un reto profesional ya que para cubrir el aspecto de que el acusado entendiera cabalmente el juicio debía escribir en estenotipia computarizada en tiempo real todos los procedimientos del juicio desde el primer momento.

    Decidí aceptar la encomienda y propuse que instalaría una computadora frente al acusado para que éste pudiera leer palabra por palabra lo que se decía durante el juicio.

    Así convenimos y finalmente se inició la selección del Jurado.   Expliqué al acusado a través de escritura en mi computadora lo que iba a estar haciendo para su beneficio y él estuvo de acuerdo.  El primer día se sentó a mi lado, con un Alguacil custodiándolo a cierta distancia y comencé a escribir en tiempo real para él.

    Habían transcurrido apenas unos veinte minutos del procedimiento cuando el acusado a través de sus abogados le pidió al Juez que se suspendiera el juicio.  Los ojos se le habían irritado, los tenía rojos y le salían lágrimas por el esfuerzo de seguir mi escritura en la pantalla de la computadora, a pesar de que le había puesto las letras del mayor tamaño que permitía este equipo.

    El Juez suspendió el proceso y me pidió que fuera a su despacho junto al Fiscal y los Abogados Defensores.   Exploramos diversas alternativas y finalmente propuse que podía conectar mi computadora a un proyector digital que mostraría en una pantalla de dos metros cuadrados con letras suficientemente grandes mi escritura en tiempo real.

    El Juez estuvo de acuerdo.  Tardé un par de días antes de regresar nuevamente al Tribunal, esta vez equipado para ofrecer al acusado la versión escrita de el Debido Proceso de Ley bajo el esquema tecnológico acordado.  El acusado podía ahora leer lo que estaba ocurriendo, se comunicaba con sus Abogados y comentaba con ellos los incidentes del juicio.   Yo entregaba todos los días la transcripción escrita de los procedimientos habidos, tanto al Juez como a la Fiscalía y a los Abogados Defensores.

    Al término del segundo día el Juez, me llamó a su despacho para pedirme que reubicara mi equipo, incluyendo la pantalla grande que estábamos utilizando, ya que se había convertido en una distracción porque el público presente  en la Sala, incluyendo al Juez y los miembros del Jurado miraban constantemente lo que iba apareciendo en la pantalla como resultado de mi escritura.  Reubiqué todo y el juicio continuó.

    Hubo más incidentes y el acusado decidió no declararse culpable sino seguir el juicio hasta el final.  El juicio se prolongó por más de dos meses debido a que la prueba era numerosa y la Fiscalía no quería arriesgarse estipulando testimonios, así que el desfile de testigos fue prolongado. 

    Luego vinieron los testigos de la defensa, y al final las instrucciones del Juez al Jurado.

    Luego de un periódo de deliberación, el Jurado de forma unánime rindió un veredicto de culpabilidad en contra del acusado en todos los cargos.  Eventualmente el acusado recibió una sentencia que no le permitirá salir de la cárcel mientras viva.

    Fue un caso dramático pues los hechos fueron sangrientos. 

    El hombre, en un arranque de rabia había ido armado con una escopeta a la casa de huéspedes donde vivía una antigüa amante suya que había decidido terminar su relación sentimental con él.  Al no lograr acceso a la casa, desde la reja fuera de la casa había disparado su escopeta y los primeros impactos los había recibido en la espalda un anciano que estaba viendo la televisión en la sala.

    Después había seguido disparando y había logrado alcanzar con sus disparos a la dama que quería matar.  Ella, aunque estuvo grave en el hospital sobrevivió y fue la testigo de cargo más dramática que se puedan ustedes imaginar. 

    El hombre también se había enfrentado a tiros con la Policía cuando trataron de arrestarlo en la escena de los hechos.

    Fue satisfactorio que en este caso la tecnología y experiencia me permitieran ofrecer estos servicios especiales, y aunque el taquígrafo y el estenotipista debe ser siempre neutral estoy claro que "Se Hizo Justicia”.

    Enero de 2010.




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